son las seis de la mañana
en Corrientes y Medrano,
tengo sed y un tinto
semirobado en la cartera,
pero besarlo ya sería demasiado.
allá a la vuelta
quedó el final de una fiesta
de esas que no se esperan,
es bueno a veces bailar cachengue
como si el dolor no existiera.
un tipo con barba
se chamuyaba a otra
que nunca le iba a decir que sí,
si hubiera mirado a su derecha
no estaría ahora solo en su casa
y yo estaría escribiendo
otro poema.
en diagonal a la parada
una sucursal de la Continental
me recuerda aquella noche
cuando todo arrancaba,
mentiría si me hiciera la sorprendida,
si te dijera que no sabía que este
iba a ser el desenlace,
las perdices nunca fueron
una posibilidad real.
lo mismo me permito
por dos minutos delirar,
me avala el alcohol en sangre,
que estoy en tu barrio o casi,
y esa siempre es una buena excusa
para pretenderte.
podrías pasar en tu caballo moderno,
clavar los frenos y rescatarme,
llevarme a dormir a tu cama,
aprovecharte de la situación,
desayunarte mi alma y mi cintura.
no sería tu culpa esta vez.
si el barbudo sólo hubiera
mirado a su derecha…