Arturo no es rubio, tiene el pelo color amarillo que es muy distinto. tiene los ojos verdes gato y le falta media cola, lo cual le dificulta un poco el tema del equilibrio, por eso cuando lo llamo y anda por los techos, demora unos minutos en venir, ya que mide muchísimo cada salto que da. a mí me encanta observarlo en ese acto de medir cautelosamente todo, trato de aprender de él, pero es sabido que los gatos son superiores al ser humano. la cosa es que Arturo anda siempre medio tambaleando, sin embargo, se defiende bastante bien cuando pelea con los otros gatos del barrio, los motivos de la pelea son siempre los mismos: una chica.
dicen que las mascotas se parecen a su dueño, no me gusta mucho usar la palabra “mascota”, ni “dueño”, sobre todo en este caso, en el que que por intervalos, no se sabe quién es quién. de todas maneras voy a detallar algunas similitudes y diferencias entre Arturo y yo.
sé que el equilibrio no está considerado como uno de los famosos cinco sentidos, (aunque debería ser así) pero si lo fuera, a Arturo le faltaría uno de ellos, como a mí, que soy anósmica de nacimiento, o sea: no huelo, es la escandalosa herencia que me ha dejado mi padre en vida.
dicen que cuando te falta un sentido, hay otro que tenés más desarrollado, Arturo es sumamente sabio a la hora de elegir cómo dar el siguiente paso, en cambio yo, actúo por impulsos. (a veces, como dije, no se sabe quién es el gato) llevo la vida entera tratando de encontrar cuál es el sentido mío que haga balanza ante mi deficiencia, y muy probablemente muera sin descubrirlo.
la chica de Arturo es mayor que él y es bastante rea, siempre anda despeinada y con cara de rocanrol, a mí me cae bien por momentos, pero creo que un poco se abusa su generosidad, viene a visitarlo siempre a la hora de la comida o de la leche, lo cual me hace sospechar que está a su lado por interés, pero qué le voy a decir yo a Arturo, en temas de pareja no hay que meterse, uno siempre sale perdiendo.
la chica de Arturo es mayor que él y es bastante rea, siempre anda despeinada y con cara de rocanrol, a mí me cae bien por momentos, pero creo que un poco se abusa su generosidad, viene a visitarlo siempre a la hora de la comida o de la leche, lo cual me hace sospechar que está a su lado por interés, pero qué le voy a decir yo a Arturo, en temas de pareja no hay que meterse, uno siempre sale perdiendo.
Arturo sufre a veces, yo me doy cuenta, cuando lo noto de capa caída y dormilón es a causa de ella, que suele pasar días y noches enteras sin dar señales de vida. entonces yo le hago un lugar en la cama, él viene, siempre despacio, pero viene, y se queda quieto conmigo. eso sí, ni bien siente el primer ruido en el patio, salta como leche hervida y ahí sí, va corriendo a buscarla olvidándose del daño y las posibles caídas en la maratón hacia el techito del galpón... es increíble que en esto seamos tan parecidos, mis promesas de olvido duran lo mismo que las de Arturo, hasta que llega una señal de madrugada, entonces el enojo es cosa de otro siglo y nada importa más que salir de la cama e ir en busca del amor, o algo parecido.
Arturo tiene, como todo el mundo, algunas manías, le gusta beber agua del florero, sobre todo si está sucia, aunque tenga su tachito lleno de agua fresca, el tipo va y toma del florero. come pasto y cada vez que uno se agacha a acariciarlo se pone panza arriba como si fuera un perro, eso es porque está muy mimetizado con Fidel, el can de la familia, a quien Arturo le roba comida abusándose del gigante, que lo mira sin emitir ni un gruñido, es que Fidel es puro corazón.
si está muy nervioso viene y te muerde los dedos de los pies, yo creo que eso es porque no puede prender cigarrillos, aunque a Arturo no le gusta mucho el tabaco, en cambio sí la marihuana, cuando uno le acerca el humo de un pucho pone cara de asco y mira para otro lado, pero si uno le tira el humo de la buena hierba cierra los ojitos y juraría que hasta se sonríe. yo no puedo crucificar al gato por estas manías, también tengo las mías, como poner la alarma del despertador siempre en un número impar, o revisar los botiquines de los baños ajenos en busca de aspirinetas para robarlas y comerlas. lo que me apena es que ya casi nadie tenga aspirinetas en su casa, el día que encuentre una tableta en el baño de un hombre, juro que me caso.
con Arturo tenemos conversaciones muy profundas. nadie lo creería, sinceramente, yo le hablo y él me responde, tenemos nuestros códigos, si maulla o llora o gruñe, yo ya sé qué quiere decirme, claro que, como todo buen consejero, no siempre me dice lo que quiero escuchar.
eso de que los gatos son un bicho infiel son puras habladurías, tendrían que verlo cómo viene a recibirme moviendo su media cola cuando llego a casa o cómo se me pone a ronronear al lado cuando estoy triste.
a veces, como ahora, se pone un poco caprichoso y perturba mi trabajo, yo creo que intuye que estoy escribiendo acerca de él y eso no le gusta nada, es bastante reservado. no para de saltar sobre el papel y me tironea la lapicera.
así que otro día que él no esté les cuento más… nos vamos a dormir, Arturo y yo, mientras escuchamos a Dolina.