7.6.13

el pulover verde



acomodar el placard es una tarea que disfruto, pongo música y le doy soga a mi neurosis: doblo todo bien prolijo, apilo las prendas por color, tipo de tela y frecuencia de uso.
estaba en eso hoy, chocha. cuando de pronto desde lo profundo del rincón de los abrigos recibí el zarpazo.
ahí estaba, esperando agazapado mi descuido, haciendo estallar mi frivolidad femenina en pedacitos; el pulover verde.
encontrarlo fue toda una excursión a nuestro pasado. cómo me gustaba repetirlo en nuestras salidas, su cuello bote me permitía en el momento que yo quisiera mostrarte un hombro con facilidad. era mi anzuelo infalible para recibir tu beso, para que me dijeras que ya tenías ganas de ir a dormir.
era mucho más que una simple provocación, era un lenguaje que teníamos, algo tácito que habíamos creado sin darnos cuenta, poniéndonos de acuerdo, el pulover verde, vos y yo. esa cosa tan de otro planeta que era nuestra forma de comunicarnos, algo que nadie entendió nunca y que yo hace rato dejé de intentar explicar.
el pulover verde hoy volvió a taclearme, pasaron diez años ya. soportó mudanzas y convivió con otros pulóveres que han ido pasando por su costado, es todo un vitalicio en mi armario. mentiría si dijera que está viejo o gastado o apelotonado. para él parece no haber pasado el tiempo y en verdad quizás así sea, quedó fuera de juego desde que vos y yo decidimos dejar de hablar en plural. no fui capaz de volver a usarlo. ni siquiera pude probármelo para testearme en el espejo.
no podríamos soportar, ninguno de los dos, que no arrimes tu beso, que no nos digas que el lugar es un embole, que mejor volvamos a casa, que la verdadera fiesta está ahí.