26.12.12

abrileando I


los días exigen una vuelta de tuerca,
un desprenderse del
almanaque,
un sueño tangible,
encontrar de una buena vez
la aguja en el pajar,
una nota mental
que diga: olvidar.
una corchea
que no sangre,
otro mes,
otro acorde,
otra manera.
un inventario
sin amores dibujados,
un corazón menos anarquista,
alguien que no me crea la función,
acabar con el hobbie de las huidas
plantarse ante el espejo
y bancársela

23.12.12

amontonados


tantos presagios
finalizando el mundo
y ya ves, sigue girando.

tantas sentencias
para este corazón
y ya ves, sigue latiendo.

cuando fue la última uva
hubo un gran silencio,
pero también hubo respiración.

después el viento, como siempre,
volvió a hacer de las suyas:
silbar tu nombre, amontonarnos.

20.12.12

fin del mundo

si al mundo al
fin le diera por colapsar
en unas horas,
yo desearía
cubrirme del sol en tu sombra,
que salgamos a cazar constelaciones
y a escandalizar las calles porteñas.
hacer el amor con la
urgencia de quien muere,
la Rayuela en nuestra plaza,
un chaparrón en tu ventana,
otro seis a cero de Argentina.
si al mundo al
fin le diera por colapsar
en unas horas,
yo desearía
que nos sentáramos en un bar
a liquidar la malta y las uvas,
salir corriendo sin pagar
y mearnos de la risa.

17.12.12

trabalenguas


donde hubo fuego
Hugo pasó.
donde Hugo fue
hubo fuego.
fuego y Hugo hubo.
fuego hubo dije.
hubo Hugo.
ayer,
en mi corazón.

16.12.12

otro final




mi cielo se ha llenado de desastres
en tonos grises y opacos.
en mi cielo ya no vuelan Libélulas,
se ha plagado de palomas nefastas
que se burlan desde arriba,
que tan bien apuntan
y hacen lo suyo.

y yo tan inmóvil,
tan sin poder correrme
dos centímetros a la izquierda.

15.12.12

cuándo


cuándo vas a dolerme menos,
cuándo un respiro,
cuándo un aguacero,
cuándo de tu galera la magia
de su cuerpo cansado
en una esquina cualquiera
cuando justo yo.
cuándo tregua,
cuándo aires buenos,
cuándo Buenos Aires.

sin fe de erratas


el invierno se instalaba
en mis costados la tarde
en que no recordé
qué hilos nos unían,
por qué fue que compartimos
las manos, los pies, las sábanas,
las calles, la sangre, esa ventana,
los domingos, las estaciones, los mates,
las rutas, los vicios, los virus.
olvidé el detalle de tu beso,
releí nuestro epitafio
hasta el cansancio
buscando inútilmente una fe de erratas.
te desconocí en mi corazón
y mordí tu nombre para finalizar
esa cuestión de la esperanza,
mordí tu nombre y me mordí la lengua,
condenándome a un sabor agrio
absurdo, repetido.
guardé tu foto en un cajón
y sólo entonces lloré
la última lágrima de aquel amor
que se confundió en mi taza de té.

9.12.12

historia de amor a las 7 de la tarde en Plaza Congreso.




eras dulce como el sol de otoño, es una metáfora trillada, lo sé, pero no existe otra que calce mejor para definirte de un tirón.
nos contentábamos con el precio del cine, hablábamos de la virginidad del maní, nos poníamos un abrigo, mirábamos la fuente.
recuerdo que eras como el trébol de cuatro hojas, la poesía brotaba de todos los árboles y a mí no me alcanzaban las manos para atrapar las musas al vuelo, pero por suerte estaban las tuyas, tus manos digo, que veloces y oportunas estampaban un verso sobre mi pierna, entonces yo me lo metía cuidadosamente en el bolsillo y me iba a casa contenta porque sabía que esa sería una buena noche para escribir.
era tan lindo compartir con vos las tardes y ese abrazo del final que siempre daba menos de lo que prometía y viceversa.
yo no sé mirá, cuándo fue que se cayó el primer naipe de nuestra torre, no recuerdo si fue un viento o si bailando torpes habremos matado, sin querer, a un grillo y ya se sabe, esas maldiciones son gravísimas.
sé que no me alcanzan las hojas para lamentarme, te extraño con nombre, apellido y banco de plaza. y encima, llueve tanto.


ilustración: Francisco Alemán.