30.1.11

y alguna prosa por ahí...


arrancaba septiembre y la noche se prestaba para manga corta, vos tenías esa camisa verde que te queda tan bien cuando no la tenés puesta. habíamos estado en tu cuarto, jugando nuestro juego, escribiéndonos, estábamos entrados en copas pero igual coordinábamos las bocas (eso siempre nos salió tan bien). escuchamos una música rara para lo que eran nuestros encuentros, nos habíamos reído mucho de eso. después, como yo tenía hambre, recalentaste unos fideos en la olla más sucia que jamás haya visto, tomábamos agua en tazas de té, por un momento me sentí como en Paris, como en Rayuela, y vos eras Oliveira.
hablábamos de la muerte, de nuestro final, yo no (te) tenía miedo, al rato éramos dos adolescentes ríendo nuevamente por la música, después nos poníamos serios y sosteníamos nuestras miradas fingiendo un gesto adulto, pero nos volvíamos a tentar, y la música y las carcajadas confundidas con los besos y unas ganas de llorar que: mejor me voy a mi casa. y vos: bueno.



ilustración: Francisco Alemán.

charla de balcón.

no es tu culpa
ni la mía.

te lo dije la noche
en que te conocí:

dios es un incompetente.

13.1.11

cortitos y al pie

situación







los dedos golpeando
la ansiedad en el vaso de whisky,
soledad tanguera sobre la mesa,
trompetas de fondo,
el deseo cifrado en la mirada azul.







libertad






un telegrama
y un pasaje de ida.

¡oíd el ruido!
al fin rompí las cadenas.





gallito ciego






fuera de vos no soy más que
un montón de huesos
jugando al gallito ciego,
condenada a palpar rostros
en donde nunca te encuentro.

10.1.11

explicación tardía del uso abusivo de la vincha.


me levanto con ganas
de no estar acá.
de viajar por el mundo,
de perderme entre marroquíes
de ver caer el sol tras las pirámides de Egipto
o simular ser una parisina
tomando la merienda
en la Torre Eiffel,
y comprar perfumes
aunque tenga anosmia
y comprar perfumes sea un acto ridículo,
la anosmia no se nota a simple vista,
puedo disimularla como hago siempre
que no tengo ganas de explicar
cómo viene la mano
y alguien dice qué rico aroma
y yo asumo con la cabeza
como si en verdad pudiera
compartir el comentario.
podría irme a Francia,
-tengo una boina de París- pienso,
me la trajo Damián aquel año
en que nos gustaba vernos seguido,
y me queda bastante bien dicen,
pero no sé hablar francés
lo cual es un verdadero problema.
me levanto con ganas
de no estar acá.
mis bostezos piden un
cambio urgente,
una noche que no sea predecible,
un cambio de vestuario,
un cambio de escenario,
un cambio de piel,
un cambio.
me miro al espejo
y pienso que el flequillo
me quedaría muy bien,
busco la tijera,
y sin pensarlo ni un poco
de un tirón podo todo aquello.
veo caer el pelo en la pileta
del baño,
veo caer el pelo,
irreversiblemente
veo caer el pelo,
qué hice, pienso en voz alta,
qué hice, qué hice, qué hice.
y aunque lo peine y lo estire y llore
el flequillo no cubre
ni dos centímetros de mi frente.
ahora es real,
ahora sí es real,
nada más cierto,
no quiero estar acá.
la próxima vez
que me despierte aburrida,
por favor,
que alguien me recuerde
que debo anotarme
en un curso de francés.

4.1.11

hay sol allá afuera.

hay sol allá afuera,
comentan los árboles,
las ventanas y la televisión.

hay sol allá afuera,
probá, quien te dice,
sea una buena estrategia.

hay sol allá afuera,
gritan los dolores que quieren secarse,
que creen todavía que pueden secarse.

hay sol allá afuera,
te susurra al oído la noche,
tendiéndote otra trampa.