me levanto con ganas
de no estar acá.
de viajar por el mundo,
de perderme entre marroquíes
de ver caer el sol tras las pirámides de Egipto
o simular ser una parisina
tomando la merienda
en la Torre Eiffel,
y comprar perfumes
aunque tenga anosmia
y comprar perfumes sea un acto ridículo,
la anosmia no se nota a simple vista,
puedo disimularla como hago siempre
que no tengo ganas de explicar
cómo viene la mano
y alguien dice qué rico aroma
y yo asumo con la cabeza
como si en verdad pudiera
compartir el comentario.
podría irme a Francia,
-tengo una boina de París- pienso,
me la trajo Damián aquel año
en que nos gustaba vernos seguido,
y me queda bastante bien dicen,
pero no sé hablar francés
lo cual es un verdadero problema.
me levanto con ganas
de no estar acá.
mis bostezos piden un
cambio urgente,
una noche que no sea predecible,
un cambio de vestuario,
un cambio de escenario,
un cambio de piel,
un cambio.
me miro al espejo
y pienso que el flequillo
me quedaría muy bien,
busco la tijera,
y sin pensarlo ni un poco
de un tirón podo todo aquello.
veo caer el pelo en la pileta
del baño,
veo caer el pelo,
irreversiblemente
veo caer el pelo,
qué hice, pienso en voz alta,
qué hice, qué hice, qué hice.
y aunque lo peine y lo estire y llore
el flequillo no cubre
ni dos centímetros de mi frente.
ahora es real,
ahora sí es real,
nada más cierto,
no quiero estar acá.
la próxima vez
que me despierte aburrida,
por favor,
que alguien me recuerde
que debo anotarme
en un curso de francés.
de no estar acá.
de viajar por el mundo,
de perderme entre marroquíes
de ver caer el sol tras las pirámides de Egipto
o simular ser una parisina
tomando la merienda
en la Torre Eiffel,
y comprar perfumes
aunque tenga anosmia
y comprar perfumes sea un acto ridículo,
la anosmia no se nota a simple vista,
puedo disimularla como hago siempre
que no tengo ganas de explicar
cómo viene la mano
y alguien dice qué rico aroma
y yo asumo con la cabeza
como si en verdad pudiera
compartir el comentario.
podría irme a Francia,
-tengo una boina de París- pienso,
me la trajo Damián aquel año
en que nos gustaba vernos seguido,
y me queda bastante bien dicen,
pero no sé hablar francés
lo cual es un verdadero problema.
me levanto con ganas
de no estar acá.
mis bostezos piden un
cambio urgente,
una noche que no sea predecible,
un cambio de vestuario,
un cambio de escenario,
un cambio de piel,
un cambio.
me miro al espejo
y pienso que el flequillo
me quedaría muy bien,
busco la tijera,
y sin pensarlo ni un poco
de un tirón podo todo aquello.
veo caer el pelo en la pileta
del baño,
veo caer el pelo,
irreversiblemente
veo caer el pelo,
qué hice, pienso en voz alta,
qué hice, qué hice, qué hice.
y aunque lo peine y lo estire y llore
el flequillo no cubre
ni dos centímetros de mi frente.
ahora es real,
ahora sí es real,
nada más cierto,
no quiero estar acá.
la próxima vez
que me despierte aburrida,
por favor,
que alguien me recuerde
que debo anotarme
en un curso de francés.
Esto, sobrina, es un grande, inmenso poema de verdad (al menos el tipo de poemas que me cuesta mucho encontrar)Brillante de la sisa a la bocamanga.... mis más honestas y humildes reverencias.
ResponderEliminarEl Nada
Tengo una idea en la cabeza que tardará un tiempo en consolidarse. Pero parte de este poema.
ResponderEliminarMe puso un poco triste este poema, no lo había leído antes.
ResponderEliminarRecuerdo esa temporada en que escondías tu flequillo, y tengo una vincha tuya en casa, hace un siglo.
¿cuántas otras cosas tuyas cómo esta no habré leído?
ResponderEliminar¿cómo será el camino de regreso a esos tiempos en que apenas escribías algo pedías mi opinión?
O anotarte en un curso de peluqueria jujujijuiiiuiuiu
ResponderEliminarTortit.