llueve arriba y debajo de las nubes,
en el asfalto, sobre los edificios,
en tu balcón repleto de cactus
como mi jardín, donde también llueve.
desesperadamente, con furia,
buscando en los rincones
una respuesta más o menos razonable,
inundándolos.
llueve sobre el perro
que me mira con pena
y por suerte, no pregunta.
llueve en las botellas
que dejamos vacías
y se han vuelto a llenar
de lluvia.
llueve afuera del colectivo
y adentro lluevo yo;
lluevo con toda la cara,
tengo la nariz, la boca,
el ombligo todo llovido
o llorado, que no siempre
es lo mismo,
pero ocurre hoy uno de esos casos
en que se confunden las letras,
la materia, el significado.
llueve el mundo que se viene abajo
como yo sin tu abrazo.
no me sueltes, te pedí,
que si me soltás, me caigo.
y desde ese golpe a esta mañana,
pasaron ya diez años.
me miraste con ojos
de Libélula anunciando
y me envolviste,
no me sueltes, pensé,
no me vuelvas a soltar,
pero no pude pedir.
una gota cayó sobre mí,
dos, tres, cuatro.
me fui nomás,
renga, despeinada,
llovida o llorada.
Si no fuera porque Pedro Aznar lo escribió hace quince años, estos tres versos deberían ser tuyos o de More:
ResponderEliminar"Llueve mientras te espero
Estoy preso en cada gota al caer
y no pasa otra cosa que llover".
Ah, sí, claro. Precioso como siempre el poema.
Me encantó. El manuscrito, si es que existe, debe estar bárbaro. Felicitaciones.
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